divendres, 22 de juny del 2012

:') 1/2

Hace 2 años de esa primera vez que estuvimos a solas. Lo recuerdo como si fuera ayer, con esa misma intensidad con la que la vivimos los dos.
Era un día caluroso, acababa de tocar la sirena, eso significaba que debíamos volver cada uno a nuestras respectivas clases, pero no fue así. Habíamos quedado en vernos al acabar el patio y así lo hicimos.
El patio estaba desierto, cada uno en su clase y nosotros en aquel banco que al verlo te recuerdo.
Los dos nos miramos, nos saludamos y me dijiste que fuera con un gesto. Nunca entenderé esa facilidad que tenias para que fuera a ti.
Me arrimé y hablamos sin importarnos que tuviéramos clase. Estuvimos un rato hablando y cuando nos dimos cuenta de la hora, asustados, decidimos despedirnos para volver a clase, pero el me conocía y sabia que era tímida y él también lo era, pero queríamos besarnos, y allí estuvimos un buen rato mirándonos sin decirnos nada esperando que el otro diera el paso.
Al final fui yo, porque las ganas no se podían reprimir y el apartó la cara.
-¿Qué haces? 
+Me da vergüenza…
-Pues me voy a clase.
Al final todo quedó ahí, hasta que al llegar a casa vi un mensaje privado de él. Yo estaba muy enfadada por lo que había hecho… tanto tiempo detrás de mí ¡¿para que luego me hiciera esto?! Era irreal.
Abrí el mensaje. Ponía: ¿Te apetece quedar esta tarde? 
Esperé que se conectara y le dije que no, porque tenia mi orgullo, el cual él había pisoteado.
Al final encontró la manera de convencerme y de ilusionarme otra vez como lo estaba antes.
Quedamos a las 5, ese día no me eché la siesta y a menos cinco estaba allí. Pasó el tiempo y el no aparecía… ya pensaba que me había dejado plantada y se había reído de mi otra vez, pero cuando pensaba eso y había decidido irme a casa me llamó.
Me dijo que se había dormido y no lo creí, pero meses después me di cuenta que era un despistado y era habitual que le pasara. Se disculpó y vino donde habíamos quedado.
Su perfume, su ropa, su carita de dormido… todo era perfecto.
Nos empezamos a conocer bien, nos contamos miles de cosas y de repente se quedó callado y nos miramos. A los dos segundos me besó. Fue el beso más bonito y con más sentimiento que me he dado nunca con alguien. Seguimos hablando y cada vez nos arrimábamos más. El me abrazaba y yo me dejaba abrazar y así estuvimos hasta que se hizo de noche. 
Fue entonces cuando, en medio de otro beso, mi madre me llamó… Siempre tan oportuna.
Me dijo que se iba con mi padre a tomar algo y pensé: la casa está sola y yo aquí pasando frío.
No tenia valor de decirle que se viniera a mi casa, porque yo era virgen y el no.
Al final le dije:
-Tengo frío…
Y el me abrazó
-Mis padres no están en casa… te importaría…
Él pensó: que rápido vamos…
-No, no pienses nada raro… solo quiero que veas mi casa y poder ponerme una chaqueta.
El al final aceptó al ver que iba en serio, y me acompañó a casa. Fuimos cogidos de la mano y me dijo infinidad de cursilerías que a mi me encantaba oírlas.
Al llegar a mi habitación empezó a cotilleármela mientras me ponía una chaqueta y seguimos de risas, contándonos nuestras vidas y dándonos esos besos tan dulces que siempre extrañaré.
Mi madre se pensaba que aún estaba en la calle y me llamó, siempre arruinando momentos bonitos. Me dijo que iban ya a casa y que si me recogían… En ese mismo momento el corazón me dio un vuelco y sabía que nos teníamos que separar.
A mi madre le dije que estaba en casa y a el intenté decirle de la manera mas sutil que mis padres venían y tenia que irse… Él lo comprendió. Lo acompañé a la puerta y me dio ese beso de despedida que nunca quería que llegase.
Yo era súper feliz por haber pasado la tarde con él, pero triste porque se me hizo corto. 
Volví a mi habitación y esperé que se conectara. 
Cuando por fin se conectó me habló en seguida y decidimos que ese día era nuestro día: 18 de octubre de 2010.
Él fue el primero para todo sin saberlo. Después de él ha habido muchos, pero ninguno como el.
Desde aquel día, hablábamos todos los días hasta las tantas de la madrugada sin importarnos que al día siguiente había instituto, pero nos veíamos realmente poco, porque cuando no estaba jugando con sus amigos a la play estaba en el gimnasio, sino corriendo o con la bicicleta.
Empecé a ser súper posesiva y celosa hasta el punto que iba entre clase y clase a verlo, a estar con el en los patios y hablar con el todas las tardes y noches… No me quería despegar de él, claro, era mi primer amor…
Cuando él, que no estaba acostumbrado a una relación seria, se vio agobiado, fue cuando empezaron los problemas. Me esquivaba y no se conectaba por no hablar conmigo.
Y yo más me cabreaba. Era la pescadilla que se muerde la cola. 
Mis amigas empezaban a dejarme de lado, pero resistía porque lo quería. Me llamaba pitufa, campanilla y miles de idioteces que me volvían loca. Prefería quedarme sin amigas a dejar de oír esas tonterías que me enamoraban cada vez más.
Todo cambió ese 11 de Noviembre por rumores… Mis amigas le hablaban mal de mí para que me dejara y él lo hizo.
Esas mismas amigas luego me apoyaban porque yo estaba mal, pero por detrás me la clavaban.
A partir de ahí eran continuas discusiones y rupturas, pero siempre volvíamos y cada vez con mas ilusión que la vez anterior e intentábamos no perder la amistad ni el contacto con cada ruptura porque nos queríamos, o al menos eso parecía…
Hasta que llegó san Valentín…